La mejor historia de abogados de la década. Charlotte, North Carolina.

Un abogado compró una caja de cigarros muy raros y caros, luego los aseguró contra, entre otras cosas, el fuego.

En el lapso de un mes, habiendo fumado su stock de estos grandiosos cigarros y sin haber hecho siquiera el pago de su primer cuota de la póliza, el abogado presentó un reclamo contra la compañía de seguros. En su demanda, el abogado declaraba que los cigarros se habían perdido «en una serie de pequeños fuegos.»

La compañía de seguros se negó a pagar, citando la obvia razón, que el hombre había consumido los cigarros de la forma normal.

El abogado hizo el juicio.. y GANÓ! Al leer el fallo, el juez estuvo de acuerdo con la compañía de seguros de que el reclamo era frívolo. El juez declaró, no obstante, que el abogado tenía una póliza de la compañía, la cual garantizaba que los cigarros eran asegurables y también garantizaba que los aseguraría contra el fuego, sin definir lo que es considerado «fuego inaceptable» y fue forzado a pagar el reclamo.

Antes de enfrentar un largo y costoso proceso de apelación, la compañía de seguros aceptó el fallo y pagó u$s 15,000 al abogado por su pérdida de los cigarros en los «fuegos».

AHORA LA MEJOR PARTE.. Luego que el abogado cobró el cheque, la compañía de seguros lo hizo arrestar por 24 cargos de INCENDIO INTENCIONAL!!

Con su propio reclamo de seguro y testimonio del caso anterior siendo usado contra él, el abogado fue condenado por quemar intencionalmente su propiedad asegurada y fue sentenciado a 24 meses en la cárcel y una multa de u$s 24,000.

POEMA JURIDICO CON HUMOR

agosto 5, 2009


¡Ay amor! ¡Mi dulce exhorto!; Mi notificación válida, mi posesión legítima, aunque viciosa; mi sentencia favorable y definitiva: ¿por qué me abandonaste?; ¿Porque tuviste esa dura contestación a mi demanda?; Acaso ¿no cabe todavía en tu corazón un recurso extraordinario?; Acaso ¿no transarías, conciliarías, homologarías, acordarías, ni novarías?; Mi amor… larga viene siendo mi espera… y mi quita.; Mi amor, el tiempo corre y los sentimientos caducan… ¿o prescriben? (¡maldita confusión entre caducidad y prescripción!)

¿Sabes? Con este poema jurídico y amoroso, amoroso y jurídico espero revertir la carga de la prueba, espero tu última respuesta… pero sin dolo amor,  que mi pena no lo toleraría. Es que no puedo negar que mis sentimientos entraron en cesación de pagos, pero por favor amor no me pidas la quiebra; Busquemos un acuerdo preconsular o preventivo. Busquemos una salida, la que prefieras, porque sino amor… moriré… Moriré antes de que el proceso alimentario haya concluido.
 ¡Mi primera causa, cuánto te he amado!; Y siempre con probidad y buena fe; ¿Y tu como me contestaste?… con temeridad y malicia, corriéndole traslado a otro, a un tercero, a un, perdón que lo diga… un “penitus extranei” que rompió nuestro vínculo de hecho. ¡Ay si la “manus inectio” todavía existiera! ¿Imaginas mi amor con qué parte del cuerpo del delito me hubiera cobrado?; Exactamente de ahí mi amor, imaginas bien.; Y así y todo mi amor, mi viejo amor jurídico, me dejaste… me dejaste amor… me dejaste… me dejas… me liquidas… ¡Poca miseria amor! ¿Pero sabes? A medida que deslizo mi romántica pluma  sobre este retazo de papel receptor de emociones, de congoja y negra tinta pegajosa y maloliente que a chorros deja mi frente sucia, me doy cuenta que lo nuestro nunca hubiera sido posible: ¿Cómo yo?, un amante de verdad preparado con Alessandri, Vodanovic, Orrego, Errázuriz, Soto Piñeiro,  Salomón y Tutututu –entre otros tratadistas más-, pude enamorarme de ti, una simple delegación de poder…
¿Por qué me dejaste amor? Si yo, reconozco expresamente que te amo; ¿Cómo no apelar a ti? si fuiste mi recurso de amparo; mi tribunal de casación; mi plenario unificador de sentimientos; mi única instancia… ¿Cómo no reconocer tus derechos posesorios sobre mi? Si en mi desarraigo fuiste mi domicilio constituido… o procesal; (nunca supe la diferencia amor, ¿la hay?) Y aquellas noches amor, OH !!!;Cómo olvidarlas!!!.; Si en ellas vivimos los hechos conducentes, que en definitiva, permitieron mi apertura a prueba.; Y es cierto mi amor, sé que la documental no llegó a cumplirse, pero debes reconocer, al menos, que en la confesional, mis sentimientos fueron más claros que nunca…Casi diría que hicieron plena prueba.